Buenas queridos blogolectores y bienvenidos a una nueva entrada.
Hoy solo tengo una idea en la cabeza que quiero dejar fluir y no sé cómo va a terminar, por lo que os voy preparando para mis posibles desvaríos.
Desde el momento en el que nacemos hasta que morimos suelen (sería lo normal y esperable) pasar varios años, lo que llamamos: VIDA.
Cada uno tomamos una serie de decisiones que hacen que esta vaya por un camino o por otro.
No suele importar si eres bueno o malo, porque si te tiene que pasar algo te va a pasar. Pero sí que puedes evitar determinadas cosas o al menos procurar que no te ocurran.
Accidentes, enfermedades sin causa evitable, idas de olla de determinadas personas, fatídicas causalidades, despistes... hay miles de cosas fuera de nuestro alcance claramente imposibles de esquivar.
Pero dejando éstas a un lado nos podemos cuidar, hacer deporte, en resumen, tratar de llevar una vida sana la cual esperamos que desemboque en la longevidad.
Puede que tengamos el destino escrito y que todos los cambios que hacemos en realidad ya estén planeados y solo estemos haciendo lo que esperaba de nosotros, pero hay que intentar ser mejor.
No tires la vida. Es un regalo preciado.
Puede que lo veamos todo negro pero de casi cualquier pozo se sale, no se ha de perder nunca la esperanza, esa siempre nos tiene que quedar.
No debemos sentirnos débiles por apoyarnos en nuestros seres queridos, sino valientes y fuertes por afrontar que les necesitamos. Y orgullosos por saber que podemos contar con ellos. Debemos demostrarles que ellos también pueden contar con nosotros.
Hay veces en qué por mal que lo hayas hecho, por muy auto-destructivo que hayas sido, te azota uno de los mayores golpes de suerte de tu existencia y tienes otra oportunidad. La de seguir viviendo.
Y ahí solo puedes hacer dos cosas. Demostrar que la merecías y la vas a aprovechar.
Y yo solo puedo decir: GRACIAS POR CONCEDÉRSELA.



















































